MI ISLA
ELISABET BENAVENT
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→ AUTORA: Elísabet Benavent
→ AÑO: 2016
→ EDITORIAL: Suma de letras
→ PÁGINAS: 536
→ GÉNERO: Novela romántica, contemporánea
Maggie vive en una isla y regenta una casa de huéspedes…
Maggie tiene un huerto y casi siempre va descalza…
Maggie no quiere recordar por qué está allí; duele demasiado…
Maggie ha renunciado al amor y es complicado explicar los motivos…
hasta que conoce a Alejandro…
y la calma da paso a una tormenta de sensaciones…
y a la posibilidad de que tal vez sí se puede empezar de nuevo.
🏝️Este libro es mi favorito de todos los de @betacoqueta
#miisla porque la autora se concentra sólo en una historia, y no como en sus otros libros con historias paralelas, me tocó la fibra, me enamore de Alejandro, y me lo leí en dos días, así que la recomiendo al 💯
Cuando alguien no sabe quienes somos…podemos ser quienes queramos.
Vive, haz el favor. Cuando te das cuenta tienes setenta y pico años y todos los dientes postizos. Pásatelo bien con él y déjate de dramas, niña, que la vida ya es lo bastante complicada como para que encima dejemos pasar los placeres.
Las fuerzas se me agotaban. ¿Qué se puede hacer cuando amas a alguien que convierte tu vida en un constante devenir de obstáculos?¿Qué hacer cuando lo que amas es justamente lo que complica tu vida hasta dejarla irreconocible?
Hoy es hoy y solo estaremos aquí ahora.Lo que pase mañana…es otra cosa.
«Aprecié el silencio y aprendí a escucharme. Me di cuenta de que cuando una está bien sola, lo demás da igual.»
«La soledad no depende de la cantidad de gente que te rodee.»
«En momentos de debilidad es cuando uno se demuestra a sí mismo la voluntad de crecer.»
El ser humano es especialista en quitarse de encima la culpa y hundir la cabeza en la tierra como las avestruces.
Todo en aquel lugar me parecía aburrido e intenso a la vez. Pero me acostumbré; si algo aprendí en aquella época fue que el aburrimiento es una sensación caprichosa que desaparece si uno se empeñe en que lo haga. Aprecié el silencio y aprendí a escucharme. Me di cuenta de que cuando una está bien sola, lo demás da igual.
Cuando somos niños todo nos resulta más dulce, más rico y más nuevo.
Las páginas de una novela son un buen lugar donde refugiarse y hacer amigos que, aunque desaparecerán cuando la cierres, siempre quedan un poco en ti.
Así era yo; si algo se me metía entre ceja y ceja solo existía una posibilidad: conseguirlo. Una vez alcanzadas, las cosas dejaban de importarme; y sí, con cosas me refiero también a personas. Cosificaba la vida, materializaba el afecto y me perdía intentando convencerme de que era así para todo el mundo y que el amor no era más que una cabezonería. ¿Quién podría seguir manteniendo el interés después de un tiempo?
Cerrarse no significa superar algo, significa no mirar.
Qué mentira más bien ensayada. Nada te enseña a no sufrir y si realmente existe algo así, no deberíamos acercarnos.
Pero así es el ser humano, capaz de estar triste por lo feliz que será durante unas pocas horas.
A veces basta con creer que allá, a lo lejos, hay caída libre hacia la nada de la que no sobreviviremos; no hace falta ir hasta allí y palpar el margen con nuestros pies.
Dos, qué palabra tan bonita para tener solamente tres letras.
Querer soluciona la soledad, pero entorpece la existencia porque anule el instinto de supervivencia, aviva el placer de hacernos daño y multiplica los problemas. Vaya…, perdonad la crudeza de las palabras, pero siento que en esa glorificación del amor que encontramos en todas partes se les olvida la cara oscura, la que nos hace a veces peores personas porque despierta nuestros temores más antiguos. El amor nos hace capaces de las mejores y de las peores cosas, tengámoslo claro.
-Maggie, ¿aún no lo has entendido? Ya tienes una edad, hija…, despierta. Nadie ha nacido para nada. No hay un plan enorme que nos comprenda a todos y a nuestros actos. La vida es vida y ya está, sin destinos, azar o designación divina. Venimos a vivir y a intentar ser felices. Cómo lo seas es cosa tuya.
En la vida real las expectativas son una puta mierda presuntuosa con la que vestimos una necesidad. Si la realidad no llega a cumplirlas es solo culpa nuestra, porque exigimos sin pensar que lo que damos a veces puede no compensar.