Esta novela cuenta la historia del joven Dorian Gray, retratado por el artista Basil Hallward, quien se encapricha con él, creyendo que su belleza es la responsable de la perfección de su arte. Al tomar conciencia de que la belleza es efímera, Dorian desea tener siempre la edad que tenía cuando lo pintó Basil. Y su deseo se cumple: mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su eterna juventud lo lleva a una serie de actos de libertinaje y perversión. Mientras tanto, el retrato le recuerda los efectos de cada uno de esos actos. Cada pecado marca una desfiguración en su rostro, que ya no muestra signos de natural envejecimiento, sino de una evidente monstruosidad.